No consigo recordar qué es un "hada". A pesar de ello sigo leyendo La Cenicienta para mi hija Ana. Todas las noches, desde hace cinco meses, juego con ella. Me hace poner unas alas de mariposa y, a veces, usar una varita que dice que es mágica porque con un solo toque las paredes de su cuarto se vuelven de chocolate y los muñecos de las estanterías saltan y aplauden al son de nuestras carcajadas…
-Cuidado, las doce. Viene papá a darme el beso de buenas noches!!!
Repliego las alas y me coloco sonriente en el portarretratos de la mesilla de noche.
3 comentarios:
Me quedé pillado la primera vez que lo leí y no supe qué decirte porque no acertaba a adivinar si había entendido algo. Lo he vuelto a leer una y otra vez y he vuelto a sentir lo mismo: Me gusta (mucho) pero no sé si lo entiendo.
Hoy he recordado una frase que me dijo una joven amiga hace no mucho: "A veces, que aparezca un conejo en el cuento, sólo significa que aparece un conejo en el cuento".
Me ha gustado mucho.
Las hadas son difíciles de ver: es cuestión de suerte. A veces pasan ante ti y ni te enteras. Se esconden en cualquier sitio, por inimaginable que sea, bajo el cierre de una pulsera o en la etiqueta de la marca de una cerveza. Lo importante es que no las ignores; que sepas que hay hadas que te acompañan siempre, que están unidas a tu destino allá donde te encuentres.
El destino de las hadas a veces sólo está en los sueños. Lo genial es vivir en un mundo en el que tu destino y el de las hadas sean el mismo. El de la realidad.
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